viernes, 3 de agosto de 2012

El Santo Patrono de los párrocos

El 4 de agosto la Iglesia recuerda con especial devoción a San Juan Bautista María Vianney (1786-1859), más conocido como "el Cura de Ars".

Nacido en Dardilly, en las cercanías de Lyón, el 8 de mayo de 1786, tras una infancia normal y corriente en un pueblecillo, únicamente alterada por las consecuencias de los avatares políticos de aquel entonces (1), inicia sus estudios sacerdotales, que se vio obligado a interrumpir por el único episodio humanamente novelesco que encontramos en su vida: su deserción involuntaria del servicio militar. Terminado este período, vuelve al seminario, logra tras muchas dificultades ordenarse sacerdote (2). Después de un breve período de coadjutor en Ecully, es nombrado, por fin, para atender al pueblecillo de Ars. Allí, durante los cuarenta y dos años que van de 1818 a 1859, se entrega ardorosamente al cuidado de las almas. Puede decirse que ya no se mueve para nada del pueblecillo hasta la hora de la muerte.

En tiempos en que el Cura de Ars se hace cargo de la capilla, la población total llegaba a las 250 personas (3). Sin embargo, su fama trascendió las fronteras de la villa, llegando a recibir hasta 120.000 peregrinos que venían de toda Europa a recibir sus consejos y acercarse a la confesión.
Varios hechos extraordinarios sucedieron en su vida. Conocía las profundidades del alma de aquellos que se confesaban con él y poseía el don de la profecía, contándose como anécdota:
Cuando pudo divisar la pequeña villa, hizo un comentario de su pequeñez y al mismo tiempo hizo una profecía: "La parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí".

En otro pasaje de su vida sucedió el milagro de la multiplicación de los alimentos. Catalina Lassagne narró en su libro Memorias:
Un día en que faltaba harina, consultó al señor cura e hizo que su compañera se pusiera a amasar, con la más candorosa simplicidad, lo poquito que quedaba y que ciertamente no alcanzaría para cuatro panes. «Mientras ella amasaba, la pasta se iba espesando. Ella añadía agua. Por fin estuvo llena la amasadera, y ella hizo una hornada de diez grandes panes de 20 a 22 libras». Lo bueno es que, cuando acuden emocionadas las dos mujeres al señor cura, éste se limita a exclamar: «El buen Dios es muy bueno. Cuida de sus pobres».
Su cuerpo incorrupto se conservan en la iglesia de Ars.
Pero el milagro más grande fue el como llevaba su vida, la cual tenía la siguiente distribución de su tiempo: se levantaba a la una de la madrugada y se dirigía a la iglesia a hacer oración. Antes de la aurora, iniciaba las confesiones de las mujeres. A las seis de la madrugada en verano y a las siete en invierno, celebraba la misa y acción de gracias. Después quedaba un rato a disposición de los peregrinos. A eso de las diez, rezaba una parte de su breviario y volvía al confesonario. Salía de él a las once para hacer la célebre explicación del catecismo, predicación sencillísima, pero llena de una unción tan penetrante que producía abundantes conversiones. Al mediodía, tomaba su frugalísima comida (4), con frecuencia de pie, y sin dejar de atender a las personas que solicitaban algo de él. Al ir y al venir a la casa parroquial, pasaba por entre la multitud, y había ocaciones en que aquellos metros tardaba media hora en recorrerlos. Dichas las vísperas y completas, volvía al confesonario hasta la noche. Rezadas las oraciones de la tarde, se retiraba para terminar el Breviario. Y después tomaba unas breves horas de descanso sobre el duro lecho (5). Sólo un prodigio sobrenatural podía permitir al Santo subsistir físicamente, mal alimentado, escaso de sueño, privado del aire y del sol, sometido a una tarea tan agotadora como es la del confesonario.

Su cuerpo se conserva sin corromper. El 8 de Enero de 1905, el Papa Pío X, beatificó al Cura de Ars; y en la fiesta de Pentecostés Mayo 31 de 1925, en presencia de una gran multitud, el Papa Pío XI pronunció la solemne sentencia: "Nosotros declaramos a Juan María Bautista Vianney que sea santo y sea inscrito en el catálogo de los santos". Tres años más tarde el mismo Papa lo nombraría Patrono de los Párrocos.

(Textos extraídos de esta y esta fuente)

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Este sábado no perdamos la oportunidad de saludar afectuosamente a nuestro párroco Julio, que tanta atención nos dispensa y que nos privilegia cada fin de semana con su presencia en las oraciones de comienzo y cierre de la reunión de Aspirantes.

¡Julio, feliz día del Párroco!
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(1) Eran tiempos de la Revolución Francesa.
(2) Por aquel tiempo el el conocimiento fluido del latín era condición casi indispensable para recibir el orden sagrado, ya que todos los estudios y exámenes en el seminario se realizaban en esa lengua.
(3) Según el censo del 2009, la población de Ars ascendía a 1347 personas. (Fuente consultada)
(4) Según sus biógrafos, las propiedades nutritivas de los alimentos y bebidas que consumía no alcanzaban a cubrir las necesidades mínimas para sostener el ritmo de vida que llevaba, de allí que se cree en una prodigiosa y amorosa asistencia Divina. A pesar de su pésima alimentación, vivió hasta los 73 años.
(5) Desde que tomó posesión de su parroquia, dormía sobre el piso, ya que su cama la entregó en donación.